“No hay mal que por bien no venga” dice el refrán que hay un resquicio de esperanza en toda dificultad. Desde la llegada del Sargazo a las costas Dominicanas se han entablado esfuerzos para reciclarla, usarla como producto, quemarla, usarla de fertilizante y hasta investigaciones científicas para buscarle uso. La naturaleza, por su parte, tiene definida la utilidad de los trozos flotantes de yerba marina: La reproducción de las anguilas.
El precio de una libra de anguilas de vidrio – vivas, en su agua sobre-oxigenada para la preservación de la especie – oscila entre los USD$900-2200. Siendo Hong Kong y Maine los principales mercados de salida, las anguilas de vidrio cuyo grosor no supera la de un alfiler son importadas en masa de toda parte del mundo para subsecuente crianza y engordamiento. Tanto en la costa norte de República Dominicana en las provincias de Samaná y Puerto Plata, como en el Este en las provincias de la Altagracia y La Romana se han empezado a desarrollar pescadores especializados en la especie. Al 31 de Mayo 2024 se habían exportado unos USD$130 millones de este rubro artesanal, según la Dirección General de Aduanas.