El 2 de agosto, se publicó un informe que reveló la creación de solo 114,000 empleos
en julio, significativamente por debajo de las expectativas de 185,000. Este dato es
particularmente preocupante al considerar que en mayo se habían generado 216,000
empleos y en junio 179,000, lo que sugiere una tendencia decreciente en la creación de
empleo. Además, la tasa de desempleo aumentó de 4.1% en junio a 4.3% en julio,
alcanzando su nivel más alto desde octubre de 2021.
El 5 de agosto, los mercados continuaron su caída, impulsada por diversos factores. El
temor a una recesión siguió intensificándose, mientras que la tensión geopolítica,
particularmente el temor de un posible ataque de Irán a Israel, añadió más
incertidumbre. Un factor clave fue el impacto del "Japan Carry Trade". El Banco de
Japón elevó su tasa de interés en 0.25%, lo que provocó una apreciación repentina del
yen. Esto encareció los préstamos en yenes, lo que resultó en ventas masivas tanto en
los mercados de Japón como en Estados Unidos.
El sector de la Inteligencia Artificial (IA) también ha contribuido a la caída del Nasdaq.
Desde su punto más alto el 11 de julio, cuando alcanzó los 18,671 puntos, el índice ha
estado en descenso. Los inversionistas han comenzado a cuestionar si las inversiones
en IA generarán las ganancias esperadas a corto plazo. Empresas como Nvidia, que
dependen en gran medida de clientes tecnológicos como Microsoft, Meta, Alphabet y
Amazon, podrían ver un impacto significativo si estas compañías reducen sus gastos
en IA. Según estimaciones de Bloomberg, más del 40% de los ingresos de Nvidia
provienen de estos clientes. Una caída en las acciones de Nvidia podría arrastrar al
resto del sector de IA y, en consecuencia, al Nasdaq en general.
El gasto del consumidor, un pilar fundamental de la economía, también ha mostrado
señales de desaceleración. A medida que los consumidores se preocupan por la
seguridad de sus empleos, tienden a reducir sus gastos, afectando negativamente a las
empresas. El mercado de la vivienda también ha sido golpeado por las altas tasas de
interés, lo que ha reducido las ventas de casas. Esta desaceleración en el mercado
inmobiliario podría tener efectos en cadena, impactando la riqueza de los hogares y, en
consecuencia, el consumo.
Las quiebras han estado en aumento tanto a nivel de consumidores como de
empresas, debido a la disminución del gasto del consumidor y los altos niveles de
deuda. Las empresas que dependen del consumo están viendo una disminución en sus
ingresos, lo que las pone en riesgo de insolvencia. El aumento en las reposiciones de
autos y propiedades es otro indicador preocupante de que las finanzas de los hogares
están bajo presión.
A pesar de la desaceleración de la inflación, la Reserva Federal ha mantenido las tasas
de interés en niveles altos, lo que ha restringido la actividad económica. Aunque se
espera una reducción de las tasas en la reunión de septiembre, esto podría no ser
suficiente para evitar una recesión si la economía ya está debilitada. El 6 de agosto,
JPMorgan elevó su estimación del riesgo de recesión de un 25% a un 35%,
subrayando la creciente incertidumbre.
No obstante, a pesar de las preocupaciones sobre una posible recesión, existen
algunos indicadores que sugieren que la economía de Estados Unidos todavía muestra
signos de fortaleza. Aunque el crecimiento económico se ha desacelerado en
comparación con años anteriores, el Producto Interno Bruto (PIB) sigue en territorio
positivo. En el segundo trimestre de 2024, el PIB creció a una tasa anualizada de
alrededor del 2.4%, lo que indica que la economía aún se está expandiendo, aunque a
un ritmo más moderado.
Aunque la creación de empleos ha disminuido, el mercado laboral en general sigue
siendo fuerte en comparación con los estándares históricos. La tasa de desempleo,
aunque ha subido recientemente, sigue estando en un nivel relativamente bajo en
comparación con recesiones anteriores.
Finalmente, la inflación ha mostrado señales de estar bajo control después de un
período de alta volatilidad. Además, a pesar de las fluctuaciones, el dólar
estadounidense se mantiene fuerte en comparación con otras monedas, reflejando la
confianza global en la economía de Estados Unidos.