De cara a la segunda mitad del 2024, los principales indicadores demuestran una normalización gradual de la economía de Puerto Rico. Luego de tres años de buen desempeño económico en gran medida apoyada por los fondos de reconstrucción y las ayudas directas del Covid-19, a junio de 2024, la economía empieza a dar síntomas de desgaste.
Por ejemplo, el Índice de Actividad Económica (IAE) registra una contracción acumulada de -1% para el periodo de enero a abril del 2024 con respecto al mismo periodo del 2023. El consumo de energía como el consumo de gasolina (-15.5%), y el cemento (-4.4%) muestran debilidad. Sin embargo, el empleo creció 2.6% y el consumo de energía aumentó en 3.1%. La inflación, aunque sigue enfriándose sigue e 2.5% por encima de la meta del Banco de la Reserva Federal que es 2%. Algunos rubros asociados al sector de alimentos siguen con inflación alta entre 5% y 6%.
Hasta el mes de mayo, el empleo se encontraba en tendencia positiva con un total de 959,700 personas empleadas y la tasa de desempleo estaba en 5.8%. Sin embargo, la venta de autos nuevos evidencia una reducción. Para el periodo de enero a junio del 2024 se habían vendido 61,026 autos versus, 62,032 para el mismo periodo en el 2023, una reducción de 1.6%.
Las altas tasas de interés siguen siendo el principal enemigo de los consumidores y comerciantes, ya que afecta el costo de todos los financiamientos. Ante los recientes resultados positivos de la inflación en los Estados Unidos del mes de junio, (3%) es posible que en algún momento en septiembre pueda haber una reducción de .25% de las tasas. Pero todavía nos falta un largo trayecto para reducciones más agresivas en las tasas. El FED quiere llevar la inflación al 2%, y esto tomará hasta por lo menos la mitad del 2025.
La venta al detal exhibe igualmente una desaceleración y las proyecciones que tenemos en la firma es que su crecimiento interanual hasta el mes de junio se encuentra entre 3% a 4% en términos nominales. Mientras que el Índice de Expectativas de Gastos (IAE) que mide la confianza del consumidor cerro en junio en 70.5, es decir el siete de cada diez consumidores se sienten confiados a consumir. A principios del 2024, el índice tuvo una lectura de 76.8%. Evidentemente los consumidores se comienzan a sentir menos optimistas para consumir hacia el futuro.
La energía sigue siendo un tema de alta preocupación entre los ciudadanos y la posibilidad de que la tarifa aumente debido a las alzas en el precio del petróleo y el eventual pago de la deuda de la AEE como parte de la salida de la quiebra de la utilidad energética.
Los aumentos en el costo de energía, agua, y el aumento en el salario mínimo deberán comenzar a traducirse en impacto directos al bolsillo del consumidor a partir del mes de agosto, afectando los precios y por ende lastimando el poder adquisitivo de los consumidores. Mientras nos adentremos al periodo electoral, el consumidor y los comerciantes pueden entrar en un periodo de incertidumbre que afecte el desempeño económico durante el último trimestre del 2024.