Entre enero y abril de 2025 se han registrado 1,982 quiebras en Puerto Rico, el nivel más alto para un comienzo de año en los últimos cinco años.
En abril se reportaron 519 quiebras, cifra idéntica a la de marzo y levemente inferior a las 524 registradas en abril de 2024. Sin embargo, el acumulado anual evidencia un deterioro más pronunciado en el entorno empresarial.
El total de 1,982 quiebras representa un aumento de 131 casos en comparación con las 1,851 reportadas en el mismo periodo de 2024, y supera ampliamente las 1,314 registradas entre enero y abril de 2023. Este volumen es el más alto desde 2019, cuando se contabilizaron 2,454 quiebras en los primeros cuatro meses del año, con un promedio mensual de 614. En 2025, el promedio mensual asciende a 488 quiebras, un 7.1% más que en 2024 (463) y un 50.8% por encima del promedio mensual de 2023 (329).
Del total acumulado en 2025, 1,278 quiebras corresponden al Capítulo 13, utilizado principalmente por individuos con deudas personales y obligaciones de consumo. Por otro lado, 682 quiebras se acogieron al Capítulo 7, lo que implica una liquidación total de activos. En menor proporción, se registraron 20 quiebras bajo el Capítulo 11 —utilizado por empresas para reestructurar deudas— y 2 bajo el Capítulo 12, destinado a agricultores y pescadores.
Las 682 quiebras bajo el Capítulo 7 constituyen la cifra más alta en cinco años, superando las 671 del mismo periodo en 2020, aunque aún por debajo de las 975 registradas entre enero y abril de 2019. En cuanto al Capítulo 13, las 1,278 quiebras también representan un máximo de cinco años, superando las 1,227 de 2024, pero por debajo de las 1,434 observadas en 2019.
El aumento sostenido de las quiebras responde a presiones económicas que continúan reduciendo la rentabilidad de empresas locales. Factores como la inflación persistente, el alto costo de la energía y el impacto del aumento al salario mínimo han comprimido los márgenes de ganancia de muchas empresas, en especial las pequeñas y medianas, limitando su capacidad para operar en un entorno de costos crecientes.
Aunque el aumento en las quiebras representa un reto para el ecosistema empresarial, el empleo formal en la isla se ha mantenido resiliente, brindando cierto respaldo al consumo interno. No obstante, el Índice de Actividad Económica (IAE) acumula seis meses consecutivos con variaciones interanuales negativas, lo que sugiere un enfriamiento en la actividad productiva. Este panorama se agrava en un entorno sin ayudas económicas, con un financiamiento más costoso, altos niveles de endeudamiento y consumidores cada vez más pesimistas sobre su situación laboral y financiera.