El 2 de abril de 2025, el presidente Donald Trump anunció un paquete de nuevos aranceles que ha generado fuertes reacciones tanto en los mercados como entre analistas económicos.
La propuesta incluye un arancel mínimo del 10% sobre todas las importaciones, con tarifas aún más altas para países específicos: 34% para China, 46% para Vietnam y 49% para Camboya. Trump afirmó que estas medidas podrían generar hasta $600 mil millones para el gobierno federal. No obstante, expertos han advertido que esta cifra podría estar sobreestimada, ya que un aumento en los aranceles suele reducir el volumen total de importaciones.
El jueves, 3 de abril de 2025, las acciones en Estados Unidos sufrieron su peor desplome en un solo día desde 2020. El Dow Jones se desplomó casi 1,700 puntos, registrando la quinta mayor caída en puntos de su historia. El Nasdaq, con fuerte concentración de empresas tecnológicas, lideró las pérdidas con una baja del 6%, mientras que el S&P 500 cayó cerca de un 5% y el Dow retrocedió un 4%.
Uno de los argumentos a favor de los aranceles es que podrían estimular la producción nacional. Al encarecerse las importaciones, algunas empresas podrían considerar trasladar su producción nuevamente a Estados Unidos. Esto, en teoría, generaría empleos y reactivaría plantas industriales en desuso. Sin embargo, el proceso de relocalización requiere inversiones grandes en infraestructura, maquinaria y personal.
Además, el comercio internacional podría sufrir nuevas tensiones. Se espera que países afectados respondan con represalias, como nuevos aranceles a productos estadounidenses. La Unión Europea y China ya han dado señales de que podrían tomar medidas similares. Este tipo de dinámica puede escalar en una guerra comercial, limitando tanto importaciones como exportaciones y afectando negativamente el crecimiento económico global.
En cuanto a las proyecciones económicas, el modelo GDPNow de la Reserva Federal de Atlanta estima que el PIB de Estados Unidos se contraerá a una tasa anualizada de -3.7% para el primer trimestre de 2025.
En Puerto Rico, los efectos ya se están sintiendo. Aunque la inflación había comenzado a moderarse, varias empresas locales han reportado que sus suplidores han aumentado los precios en anticipación a los nuevos aranceles. Esto podría traducirse en un repunte inflacionario que afecte el poder adquisitivo de los consumidores en la isla.
A nivel nacional, si la inflación aumenta y el empleo se mantiene estable, es poco probable que la Reserva Federal reduzca las tasas de interés próximamente. Sin embargo, si el empleo empieza a caer como consecuencia de la desaceleración, la Fed enfrentará un dilema: mantener tasas altas para controlar la inflación o reducirlas para estimular el crecimiento.
Aunque la intención de los aranceles podría ser fortalecer la industria nacional, sus efectos inmediatos parecen negativos: caída en los mercados, contracción del PIB, posibles represalias comerciales y presiones inflacionarias. Tanto Estados Unidos como Puerto Rico deberán prepararse para enfrentar un periodo de transición complejo con riesgos significativos para la estabilidad económica.